miércoles, 22 de abril de 2015

A ti mis ojos



A ti, mis ojos que hiciste ver...
Esos ojos negros profundos,
que hablaban con solo mirar,
que pocas veces hablaste,
más me enseñaste a callar.
Esa fuerza desgarradora
por ver la vida pasar,
más allá del trabajo
las cosas que saber valorar.
Gracias a ti,
por hacerme valorar lo significante,
lo menudo, lo pequeño...
Ese muro que eras y que ahora va cayendo...
fuerza que disminuye por la enfermedad,
que tomó cariño en tu regazo,
¡pues no se va!
Cómo esa planta que al no regarla,
con los días va decayendo,
como ese muro que sostiene mi alma,
a trocitos va cayendo.
Por verme en tus ojos reflejada,
a la muerte que te lleva...
Y duelen las palabras como aguijones de abeja,
como serpientes venenosas que me acechan,
como pesadillas en noches,
como llantos en la madrugada,
como pasa la vida,
y en ella se te lleva.
Como al recordarte años atrás,
después de tanto trabajo,
sentado en una silla sin poder caminar,
como admitir el derrumbe de tu cuerpo,
como aceptar que ya nada será igual.
Y tus ojos derraman lágrimas,
esas que parecen las olas del mismo mar,
que como pedruscos rebosan,
dolosas manadas de ríos,
recorriendo tu mejilla al pasar.
Cómo duele compañero,
que después de lo tanto vivido,
que después de mil plagas salvado,
ahora a las puertas del cielo,
de ese cielo que mereces,
tan duro se te haga el camino...
Y no hay mayor daño el que siente un enfermo,
sino el daño que siente el amante,
el que vela las noches despierto,
sufriendo con las manos atadas,
sufriendo un juego perdido.
El tener las manos atadas,
a una sublime impotencia,
la de no poder calmar ese sufrimiento,
que nos desgarra por dentro.
Y siempre aquí, siempre contigo,
Siempre de la mano, como cuándo éramos niños.
¡Ánimo!, ¡que juntos seremos perecedores de la vida,
luchadores de batallas,
de ésas ya vencidas!

Sabiendoamar

21/04/2015


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